- La violencia sexista es un fenómeno que se da en todas las edades, pero ¿se da de la misma manera entre la juventud o entre las personas adultas?
Estamos ante un problema estructural que en la medida en que es estructural afecta a toda persona dentro de la sociedad o del sistema. Es decir, se da en todas las edades y en todos los ámbitos, pero es cierto que en cada edad tiene características específicas. Aunque lo primero que nos viene a la cabeza son las relaciones de pareja, también se dan en la familia, en la escuela, en los espacios públicos, en el ámbito deportivo, en el ambiente festivo, etc. El verano pasado hemos tenido un ejemplo claro con los pinchazos que se han dado en zonas festivas o con el pánico que se ha generado sobre esto.
- En los últimos años el discurso a favor de la igualdad ha avanzado considerablemente. ¿Por qué este avance no tiene un reflejo directo en las conductas de la juventud?
Es cierto que ha habido un cambio de discurso a nivel social. Difícilmente encontraremos a nuestro alrededor a alguien que no comparta la idea de igualdad. Pero, desgraciadamente, ese consenso queda a nivel discursivo. El necesario cambio social todavía no se ha dado y por eso seguimos hablando de violencia. En ese sentido, veo un gran riesgo; que se dé por bueno el cambio que se ha producido a nivel discursivo y que se quede sólo en eso.
- ¿Qué habría que hacer para superar ese nivel discursivo?
Lo primero que tenemos que hacer es conocer bien nuestra realidad. Cuando se trata de promover un cambio social, cuando se habla principalmente de discriminación (machismo, racismo) la psicología social analiza tres ámbitos: el racional o cognitivo (qué pensamos, en qué creemos), el emocional (qué sentimos) y el conductual (qué hacemos). El cambio en nuestras creencias no conlleva el cambio en el ámbito emocional. Nuestras actitudes siguen siendo las mismas; desde que nace una criatura empezamos a hacer una distinción niño-niña y, con ello, a establecer estereotipos y roles de género. En este proceso, además de hacer distinciones, se da una jerarquización entre las personas, creando así relaciones de dominación-sumisión.
- Pero muchas-os adolescentes ya tienen la madurez suficiente para enfrentarse a esos discursos de los que hablas
Entre las chicas y jóvenes ajenos al modelo hegemónico es más frecuente ver actitudes contrarias a este tipo de discursos, pero no tanto entre los chicos que cumplen con el modelo hegemónico. Al final, este tema pone en jaque la relación de poder vigente. Reconocer la existencia de estas relaciones y la necesidad de la violencia para mantenerla supone perder privilegios. Supone la creación de nuevos modelos de relación y posicionamiento social. Hay que tener en cuenta que en la adolescencia se producen cambios importantes. A esa edad los y las adolescentes tienen una gran inseguridad porque están construyendo su identidad y, en consecuencia, a esa edad, la aceptación entre iguales es un elemento muy importante. Por otro lado, en la adolescencia también se refuerza la identidad sexual, que en la actualidad aparece ligada a los roles tradicionales de género. Por tanto, la necesidad de reconocimiento y el hecho de que la identidad sexual esté ligada a modelos tradicionales y sexistas, en muchos casos llevan a problemas sociales y sexistas entre adolescentes.
- ¿Qué se puede hacer con las-os adolescentes para prevenir la violencia sexista?
Por un lado, las personas adultas tenemos que mirarnos a nosotras mismas. Hacer una reflexión sobre nuestras actitudes y comportamientos. Muchas veces, como decíamos anteriormente, tenemos un discurso, pero con nuestra actitud lanzamos mensajes contradictorios. Las personas adultas, somos un ejemplo y tenemos que tener conciencia de ello. Por otro lado, es cierto que la juventud recibe mensajes sexistas por otros medios (medios de comunicación, Internet, publicidad, etc.). Nuestro trabajo consiste en enseñarles a interpretar todos estos mensajes y ofrecerles recursos para tener un criterio crítico. A día de hoy, no podremos evitar recibir mensajes sexistas, pero sí ayudar a comprenderlos y gestionarlos. Por último, tenemos que hablar y escuchar lo que tienen que decirnos las y los adolescentes y jóvenes. Debemos reconocer la condición de sujeto político de las y los adolescentes. Debemos reconocer que pueden participar en las decisiones sobre su propia vida, que tienen capacidad de decisión y de propuesta y que son sujetos de derechos. Muchas veces se ponen en marcha iniciativas sin tener en cuenta su realidad, sus vivencias y sus deseos. Debemos partir de sus necesidades y no de las de las personas adultas. Sólo desde ese punto de partida conseguiremos un cambio real.
- ¿Por qué animarías a la gente a participar en el curso?
Hay pocos espacios donde personas del mismo ámbito puedan compartir sus inquietudes, dudas y realidades. Este curso ofrece este espacio. Por un lado, ofreceré formación sobre violencia sexista, pero también será una oportunidad para compartir. Ofrece una excelente oportunidad para interactuar y conocer realidades y vivencias diversas. Así, ofreceremos y construiremos entre todas y todos las claves para la prevención de la violencia sexista.