El trabajo educativo con adolescentes jóvenes es una tarea compleja. ¿Si no se desarrollan competencias de autocuidado, ese trabajo puede afectar negativamente a la salud?
Diferentes investigaciones señalan que dos de cada cinco docentes en España aseguran haber experimentado en el último año malestar emocional como agotamiento, ansiedad o depresión. No se conocen datos referidos a profesionales del ámbito socioeducativo, pero serán parecidos o incluso superiores dado que, en muchas ocasiones, ese colectivo trabaja con jóvenes en riesgo de exclusión social y de entornos socioeducativos con muchas carencias, lo que no es fácil de gestionar emocionalmente para el personal educador.
Se constata además un incremento en los casos de profesorado y personal socioeducativo que busca apoyo psicológico, especialmente por problemáticas relacionadas con la ansiedad. De ahí la importancia de desarrollar un estilo de vida y unas pautas de autocuidado en el ámbito emocional. En este taller vamos a incidir especialmente en el aprendizaje de esas pautas de autocuidado.
Si profesionales de la educación desarrollan competencias de autocuidado emocionales, ¿eso es positivo también para su alumnado o para las personas jóvenes para las que trabajan?
Así es. El autocuidado emocional no solo debe entenderse como una medida de higiene psicológica para la propia persona, sino que también deben valorarse los beneficios que pueden generarse en las personas jóvenes con quienes trabaja. Entre esos beneficios podemos señalar la mejora en la calidad de la relación educativa, mayor eficacia en el trabajo, etc. No olvidemos que las persona educadoras que trabajan con jóvenes son modelos para ellos y ellas.
Con respecto a la ansiedad y al malestar emocional, ¿existen diferencias entre hombres y mujeres que trabajan con jóvenes?
Aunque el malestar emocional puede afectar a hombres y mujeres por igual, diversos estudios han mostrado que las mujeres educadoras tienden a experimentar niveles más altos de estrés y burnout debido a diferentes factores: una mayor carga de trabajo (tanto dentro como fuera de su entorno laboral), menor consideración de su trabajo, mayores dificultades en su carrera profesional debido a estereotipos de género… Todo ello es una fuente de estrés y frustración.
¿Qué otros factores específicos del trabajo educativo pueden ser generadores de ansiedad y malestar emocional?
Entre esos factores podemos destacar las altas expectativas de la sociedad hacia el trabajo educativo y sufrir situaciones de violencia verbal o física en los entornos educativos y socioeducativos. Además hay que añadir la carencia de recursos materiales y humanos para hacer frente a esas circunstancias, la creciente dedicación horaria a tareas de tipo administrativo o burocrático que quitan tiempo al trabajo específicamente educativo.
La inestabilidad laboral y la alta tasa de interinidad también contribuyen a la sensación de inseguridad y de precariedad entre las personas que trabajan en los entornos educativos.
Todo ello trae como consecuencia un deterioro de la salud mental, el aumento de casos de ansiedad, depresión y burnout, bajas laborales, un descenso en la calidad educativa, dificultades para concentrarse, menor motivación y disminución de la eficacia en la labor educativa y socioeducativa.
¿Qué aspectos del autocuidado se han de tener en cuenta para prevenir la ansiedad y el malestar entre el personal educador?
El autocuidado abarca diferentes dimensiones personales e interpersonales que se trabajarán durante el curso formativo. Es muy importante identificar las causas de la ansiedad, su origen y sus características. Cada persona debe de identificar cuáles son los factores que están influyendo en su malestar emocional para aplicar aquellas medidas que ayuden a alcanzar un mayor bienestar emocional.
En el ámbito laboral hay aspectos que no podemos modificar porque son externos a la persona, pero hay otras dimensiones de tipo interno que sí está en nuestras manos poder modificar. Me refiero, por ejemplo, a aspectos como la gestión del pensamiento negativo, la identificación de las emociones, así como la adecuada comunicación interpersonal. Aprender a desarrollar técnicas de comunicación verbal y no verbal, así como a realizar una adecuada gestión de conflictos interpersonales son herramientas muy útiles para alcanzar y mantener el bienestar emocional.
También es importante, desde el punto de vista preventivo, aprender a desarrollar un plan personal de autocuidado que abarque las diferentes dimensiones de la persona, definiendo metas a corto y largo plazo.